Ayotzinapa: esa necedad de no ceder nunca

Omar García

Se cumplen seis años de la desaparición de cuarenta y tres estudiantes en Ayotzinapa, México. ¿Cuál es la situación en la que se encuentra la lucha por verdad y justicia? ¿Hubo algún cambio por parte del Estado con el cambio de Gobierno? Conversamos sobre estos temas con Omar García, un sobreviviente de los eventos de la noche del 26 de septiembre de 2014.

La familia de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa protesta el 26 de septiembre de 2015 en la Ciudad de México, México. (Brett Gundlock / Getty Images)

Interview by
Emilio Tréllez Contreras

Entrevistamos a Omar García, estudiante sobreviviente de la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos,” de Ayotzinapa, en el momento en que se preparaban para asistir a la histórica “marcha del 2 de Octubre,” que recuerda cada año la matanza de estudiantes de 1968. Omar se ha convertido en uno de los voceros más visibles del movimiento que reclama justicia por aquel suceso. A seis años de lo ocurrido en la noche de Iguala, conversamos con él sobre el significado de la lucha contra la desaparición forzada en México en el nuevo panorama político.


Emilio Tréllez Contreras

Se cumplen seis años de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. ¿Qué piensas, en retrospectiva, de aquella «verdad histórica» que construyó el gobierno de Peña Nieto y que hoy está prácticamente derrumbada?

Omar García

Se cumplen seis años de lo acontecido en Iguala y está un poco difícil la situación. Han pasado dos años de este gobierno y tampoco hay respuesta. Aunque, eso sí, lo que ha habido es un derrumbe total de la versión oficial que se construyó con Enrique Peña Nieto.

En aquel tiempo trataron de imponer una versión oficial que establecía que mis compañeros habían sido calcinados en un basurero . . . ¡Todos! Y sus cenizas esparcidas en el río San Juan. Pero con los nuevos hallazgos, a través de nuevas investigaciones, pues . . . esta «verdad histórica» se derrumba.

El hallazgo e identificación de restos óseos de uno de mis compañeros, de nombre Cristian Alfonso Rodríguez Telumbre, por ejemplo, fue encontrado en un lugar distinto al basurero . . . que no es tampoco el río San Juan. Los análisis indican otra cosa. Aquella versión oficial, pues, se trata de una mentira. Esto, por supuesto, antes que nada genera esperanza. Pero también genera una especie de satisfacción . . . Teníamos razón en negarnos a aceptar aquella versión oficial que trataron de imponer durante tanto tiempo.

Emilio Tréllez Contreras

Teniendo en cuenta esta nueva etapa política que vivimos en México, ¿qué piensas de las repercusiones y actualidad de la extendida consigna «Fue el Estado», nacida en 2014 a raíz de la desaparición de los normalistas?

Omar García

Pues aquí en México la desaparición forzada es una práctica reiterada por parte del Estado. No es un delito nuevo, se trata de una política continuada, tenemos más de 70 mil personas desaparecidas desde la década del setenta hasta la actualidad.

Obvio, la consigna «Fue el Estado» tiene actualidad, desde mi punto de vista. No es que naciera en 2014, es una consigna que a lo mejor no se escuchaba mucho pero que ya se repetía hace tiempo, una consigna que gritaban familiares de otras personas desparecidas desde hace años.

Igual que «vivos se los llevaron, vivos los queremos», que parece chocante o trillada porque, bueno, normalmente las personas desaparecidas son encontradas muertas, en fosas clandestinas o en lugares que nadie imaginó. El tema es que refleja la esperanza y lo que debería ser. Si el Estado los privó de su libertad de manera extrajudicial, entonces tendría que devolverlos vivos. Y creo que, con el tiempo, las autoridades actuales han admitido la responsabilidad estatal en la desaparición forzada de los 43 chavos y de muchas otras personas más.

Emilio Tréllez Contreras

Has mencionado hace algunos meses que, con el nuevo gobierno, hay algunas señales esperanzadoras sobre la resolución del caso de tus compañeros. ¿Estas esperanzas se mantienen? ¿Cuáles son esos signos positivos, alentadores?

Omar García

Sí, hay esperanza. Las primeras señales por parte del gobierno actual de querer hacer las cosas de distinta manera fueron evidentes. Al día siguiente de la toma de posesión, el gobierno mexicano estableció un decreto por el cual se obligaba a todas las autoridades a coadyuvar o a cooperar en la búsqueda e investigación del caso.

En esa misma dirección se creó, en enero, la Comisión Presidencial para la Verdad y la Justicia del Caso Ayotzinapa. También en julio de 2019 se había conformado una fiscalía especial del caso. Y bueno, ha habido muchas señales en el sentido de darle prioridad a la investigación por parte de la fiscalía general. Se expidieron varias órdenes de aprehensión contra exfuncionarios y funcionarios del estado de Guerrero. Existe también la persecución fuera del país de Tomas Zeron de Lucio, uno de los artífices de la versión oficial.

A los sobrevivientes nos están dando un lugar distinto al que nos dio el gobierno anterior. Ya no nos tratan como meros testigos de los hechos, sino como víctimas. Y, pues, estamos contribuyendo a eso nosotros también: tenemos reuniones constantes con la Comisión y con la Secretaría de Gobernación  — sobre todo la de Derechos Humanos, encabezada por Encinas — y la verdad es que vamos bien. Hemos revelado bastante de lo que vimos aquella noche, pero también sobre lo que pasaba en Ayotzinapa antes del 26, con el fin de que ciertas preguntas planteadas desde el principio por las familias, que se han reiterado cada año, como «¿por qué Iguala?», «¿por qué en la noche?», «¿por qué sólo a los de primero?», etcétera, puedan ser entendidas y formen parte de la verdad.

Emilio Tréllez Contreras

¿Qué aprendizajes crees que nos deja el valeroso proceso de lucha de las familias de los 43 normalistas, que no han dejado nunca de dar batalla por la verdad y la justicia?

Omar García

El mayor aprendizaje que podemos extraer de la lucha de las familias, de los sobrevivientes y del movimiento en general de Ayotzinapa es esa necedad, esa perseverancia de no ceder nunca, de no rajarse, de no echarse para atrás.

Y no ha sido fácil, porque el movimiento no es un asunto color de rosa. Ahí intervenimos personas con caracteres distintos, con visiones distintas, con formas de hacer las cosas distintas, por lo que la discusión es constante. Nos peleamos, nos reconciliamos, nos caemos, lloramos, nos levantamos, pero juntos. Pienso, entonces, que el mensaje más poderoso que puede haber es que, a pesar de todas las diferencias, a pesar de nuestro carácter tan distinto, de nuestras visiones políticas diferentes, el movimiento sigue en pie.

Porque no estamos luchando ni por nosotros, ni por la gente que nos rodea. A pesar de que les agradecemos mucho el apoyo a la gente, nosotros estamos luchando por los que nos faltan, por los chavos de las demás familias que están en esta misma situación. Sabemos que el objetivo de saber la verdad, esclarecer qué pasó, por muy doloroso que sea, sentará un precedente para el país. Y sobre eso estamos, entonces, ese es uno de los aprendizajes.

Otro de los aprendizajes es que, como en todo proceso social, siempre se arriman miles de personas y cientos de organizaciones que no siempre tienen la intención de apoyar en sentido estricto, sino que buscan más bien apoyarse, colgarse . . . y a partir de un caso tan doloroso, tratar de llevar a cabo sus proyectos particulares y resolver sus demandas. De más de 800 organizaciones que al principio nos rodeaban, quedan ahora unas veinte. La mayoría se fue, no aguantó o algo pasó . . . Entendemos, por un lado, que se fueron a seguir su vida como organización, sus propias agendas, es normal. Pero también hay muchos que se colgaron y utilizaron el nombre de Ayotzinapa y luego se fueron. Esto también es un aprendizaje, ciertamente . . . Pero no quisiera que opaque lo importante, que es lo primero que dije: la fortaleza de mantenernos unidos pese a las diferencias.

Emilio Tréllez Contreras

Actualmente se abre un debate nacional para juzgar a los cinco últimos expresidentes, entre ellos a Peña Nieto, bajo cuyo mandato los crímenes de Estado fueron patentes. ¿Crees que este proceso ayudará a esclarecer lo que ha sucedido con los normalistas y que el proceso de justicia se haga real?

Omar García

Acerca del debate nacional sobre el juicio a expresidentes: junto con una chica que se llama Ariadna Baena, también guerrerense y desplazada por la violencia, encabezamos la recolección de firmas. Pensamos que es necesario . . . Poco probable, pero totalmente necesario. Al menos para dejar una referencia. Para que las personas que ocupan cargos públicos de alto nivel, a nivel federal, estatal, municipal, si no hicieron bien su trabajo, si hay fuertes cuestionamientos durante su gestión y, sobre todo, si esos cuestionamientos implican desapariciones forzadas, guerra contra el narco, etcétera, que afectan gravemente al país, al menos que ya no se presenten a ocupar nuevos cargos. Nos resulta muy cínico que sigan interviniendo en la vida pública del país habiendo tantos ciudadanos que podrían hacer un mejor trabajo que ellos.

Peña Nieto no está interviniendo en la vida pública. Pero, aún así, tiene que rendir cuentas por lo que pasó por Ayotzinapa y por toda esa «versión oficial» que se desencadenó para ocultar la verdad, una verdad de la que él no solo estaba al tanto, sino que colaboró a solapar.

Pero sí, yo pienso que efectivamente ayuda a la justicia. Quizás no de la manera en que lo plantearon otros, pero lo importante es poder poner el debate sobre la mesa y que, a través de ese debate, se vaya construyendo un camino más certero. Un camino de justicia donde intervengan organismos internacionales, donde se constituyan grandes comisiones de la verdad o se establezcan mecanismos internos con ayuda del extranjero. Así no sea exactamente lo que buscábamos, alguien tenía que colocar el tema sobre la mesa. Y si no lo hacíamos nosotros, pues nadie diría nada. Una vez instalado el tema en la opinión publica, ahora sí, todos dicen que lo harían mejor . . . Bueno, pues, aquí estamos. Hay que discutir.

Emilio Tréllez Contreras

¿En qué condiciones llega el movimiento a la marcha del 26 de septiembre de este año? ¿Qué significado crees que ha tenido para el pueblo mexicano la movilización anual por la aparición con vida de los normalistas?

Omar García

El movimiento Ayotzinapa llega a este 26 de septiembre con un panorama distinto. Ya hace un año lo veíamos: las familias se ven distintas por el desgaste, pero también por la esperanza. Se les ha tomado en cuenta de manera distinta, la sensibilidad que tiene ahora el Estado es distinta, el trato no es el mismo, las informaciones que se obtienen del caso y de las investigaciones ya no se dan a conocer como antes, primero a los medios y luego a las familias. Ahora es al revés, como debe ser: se les da a las familias y, si ellas consideran pertinente que se haga pública, se hace pública. Y si no, pues no. Hay reuniones mensuales con el presidente de la República, es muy distinto.

El desgaste físico, por cierto, es grande, no podría ser de otra manera. Pero las familias llegan esperanzadas, llegan sin ganas de rendirse. Es increíble que lleguemos hasta este punto y que tengamos ganas de continuar sabiendo todo lo que ha implicado el movimiento. Pero también es cierto que conocemos ya el contexto social y político del país, la crisis de derechos humanos que atravesamos y pues . . . echarnos para atrás, sabiendo que hay más familias en las misma situación, sabiendo que hay miles de personas desaparecidas, pues ya no se vale, no es una opción, no nos lo perdonaríamos. Yo le he dicho ya dos o tres veces: aun cuando encontremos la verdad, o a los chavos, a los 43, nuestro deber será seguir luchando, porque hay miles de familias en la misma situación . . . nuestro deber será seguir luchando por todos los que nos faltan.

The following article is adapted from Jacobin América Latina, a Spanish-language project launching later this month. Visit their site and sign up for their email list for more updates.

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Contributors

Omar García es sobreviviente de Ayotzinapa y activista por los derechos humanos.

Emilio Tréllez Contreras es licenciado en Filosofía (UNAM) miembro de la Coordinadora Nacional de Usuarios en Resistencia (CONUR).

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